Uno de los aspectos más notables de la cinta es que fue filmada con la nueva cámara Sony de alta definición digital de 24 cuadros por segundo. El resultado es asombroso. Para los que creÃÂan que el video digital nunca iba a alcanzar la calidad del celuloide Érase una Vez en México los puede convencer de lo contrario. Si a esto le añadimos la pericia de RodrÃÂguez-fotógrafo y su interés por la tecnologÃÂa de punta (que tuvo un desenlace menos afortunado en la horrenda Mini EspÃÂas 3-D) habrá que admitir que en ese sentido la pelÃÂcula cumple con su cometido. RodrÃÂguez ha declarado que uno de sus motivos para filmar Érase una Vez en México era explorar las posibilidades del video digital.
Otro objetivo debió ser reunir a la mayor cantidad posible de actores latinos (y anglos que den el gatazo) en una sola pelÃÂcula y formar con ellos una galerÃÂa de villanos para el recuerdo, aunque a veces se pierdan entre tantas subtramas e historias paralelas. Ver a Gerardo Vigil en pantalla grande después de años de salir en videohomes, a Cheech Marin como el parlanchÃÂn Bellini, al otrora sex symbol Mickey Rourke dando vida al astroso Billy Chambers, al infaltable Danny Trejo en el papel del torvo Cucuy e incluso al rockero Tito Larriva como un taxista respondón bien vale el boleto.
Claro que para poder apreciar a estos actores, y a los que mencioné al principio, es necesario soplarse las actuaciones de Pedro Armendáriz Jr., Quique Iglesias, Leonardi y por supuesto Salma Hayek, que se ve muy bien y actúa muy mal, como siempre. Por fortuna Salmita aparece sólo en unos cuantos flashbacks.
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